Palpándome la cabeza también lo noto, me siento terriblemente
hambrienta, y eso que como, como y dejo comer, otra cosa es que los demás no gusten.
Estoy ávida de sangre, deseosa de sangre azul, pero de esa
de gente acaudalada por las tripas. ¿Por qué en las milhojas de las buenas el
95% es nata? por muy dulces que sean, las bambas están en modo gandul.
Hay días de esos saltarines, con un buen pronóstico
meteorológico para tu patata, que sí, que uno nunca se lo cree, pero se sale
sin paraguas igual.
Te duele una mañana la tripa y piensas, “nota mental de aquí
a 3 días: detenerme un trix y ver lo bien que se está cuando se está bien”, por
supuesto, luego nunca lo recuerdo.
Es acojonante vivir de vez en cuando un subidón de amperios,
me compadezco del que no lo explora, aunque confieso también mi envidia hacia
el que no lo necesita.
Sensación de domingo un sábado, eso sí, con cuerpo y cara de
viernes.
Si al final es por el vasito de los cojones, contenedor, y
nada de reciclaje, a ése ni agua.
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