9 de mayo de 2012


La fatiga voluntaria sabe al mejor de los envejecimientos. No sabes lo que tienes hasta que lo muerdes, y aun así, hasta el sabor de la miel tiene una interpretación bidimensional.

Ser gastronómica y vitalmente transexual, que no nos queda otra que comer donde caemos muertos y la intervención litúrgica no está al alcance de todos los bolsillos.

Comerte tú el pan antes de que te coma él a ti, se puede, y en esas estamos todos, que pensamos un día el título del libro sin haber aprendido a tener resaca los domingos.

Sentada, exhausta, sonriente y con mi vestido de misa. Me han retuiteado la causa y ahora estoy en todas partes.

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