26 de octubre de 2016

Brotes

El otro día estuve hablando de ti. No de tu belleza o de las muecas tan feas que haces al mentir, sino de ti. Me escucharon atentamente mientras una dura sonrisa se inundó de lágrimas y parte de las fotografías dejaban de verse borrosas, se abrían paso...

Algunas de las excusas que ponía salían de mi boca hechas carcajada, otras me mimaban y el resto se compadecía del espacio libre de mis pantalones. Toda una vida practicando el desapego y ahora parece que necesitara tocarlo todo, ponerle nombre y precio a mis pertenencias.

Se trata no de un traspiés cualquiera ni una broma de juventud, sino del olvido... Del olvido más caro del mundo.



16 de octubre de 2016

Incertidumbre

Día a día desgarro las cortinas, amasijo de testigos que privan al día de la noche y a la noche del día. Duermo mal, aunque esa ligereza me estira los dedos que tocan, escriben y comen. El caos se ha enamorado de mí y yo le pongo la miel en los labios, le tiento y le correspondo cuando me place. Bailo a gritos mientras finjo tener dos dedos de frente. 

Mi religión son los juegos de azar donde valen los trucos y la casualidad. Cuando nadie me ve siempre tenso un poquito más la cuerda esperando que se caiga sobre mí un cubo de agua que me obligue a volver a vestirme de otra manera. 

Nunca veo el final y me voy chocando con todo. Me hiere, me acaricia y me mancha mientras estructuro la lista de tareas que debo seguir mañana. Infantilizo los obstáculos y juego.

Juego sin parar.


29 de junio de 2016

Junio

Deben de ser horas las que llevo caminando por el desierto, quizás días desde que empecé a contar. Exhausta y con la vista nublada camino a pequeños pasos de gigante buscando agua, buscando sed. En el oasis de mis pensamientos estoy ligera, llena de un fuego más caliente que las montañas que voy a recorrer.

Las arenas movedizas me piden que patalee y que grite, que enrede mis dedos entre los hilos del polvo mientras consigo darme la vuelta.

Peleo con mi propia piel que, enrojecida, se reparte entre la crudeza y las ganas de arrastrarse por las dunas. Junto a la ventana ensombrecida miro los botones rotos del aire acondicionado que, obsoleto, nos ve morir de calor.

La bocanada de un aire reciclado me recuerda que tengo el oxígeno limitado, que viva mientras pueda en las rocas aunque me queme todas las yemas de los dedos.

Pierdo el hilo de mis palabras entre las palmeras de un oasis loco. Mientras lucho por morder más fuerte que las llamas, palpitan mis ojos y lloran los niños de los vecinos. Se espantan hasta los escorpiones cuando ven tanto veneno en tan pocos metros cuadrados.

El hambre ha llegado al desierto dejando los cuerpos vulnerables, flacos, hueso contra hueso...



13 de abril de 2016

Vida

A gritos desgarrados en el suelo se sobrevive, lenta y sudorosamente, a la más violenta de las palizas. Llantos brutales, salvajes, humanos... Con todos los órganos buscando a ciegas cada una de sus rugosas y deslizantes piezas. Siempre en horizontal para no perder la referencia y robando a la verticalidad la fealdad de su sonrisa.

De oreja a oreja, escucho el poco sabor que tiene la comida y saboreo el estruendoso ruido de las personas despiertas al caminar. Dormida, intento aprender el abecedario letra por letra sin la ayuda de mi juventud. Las canas que un día fueron dulces ya no brillan, se clavan en el cráneo y se multiplican. Luchan por entrar.

El mundo se ha extinguido y me ha pillado lleno de gente, de flora y de vida. Una apasionante y dolorosa vida, que repleta de placeres me arranca la lengua e intenta decirme algo. Son palabras, canciones, acrobacias...

Te espero, vida mía, que algún día vendrás.