Concepto madriguera para los jóvenes enamorados. No puedes
sentarte en ella, fotografiarla o barrerla, aunque siempre podrás olerla o
enfadarla.
Me encanta llegar, poner los dientes largos y pasar de todo
civil que se me cruce. Pero siendo realistas, el hecho de ocupar me hace
obligada la interacción con lo chabacano, parada necesaria para poder regocijarse
en el posterior paraíso, el de la adoración físico-intelectual.
Que de tonterías más grandes puedo llegar a sentir y qué endeble
es capaz de volverme mi jarabe del día a día (la dosis según convenga a los dos
cada momento de la semana).
Con qué poca imaginación me levanté hoy para ordenarme las
ideas, un “pero que yo me lo sabía, solo que así de repente…”. Hay asuntos que
me nublan la vista de tal modo que ni con la presión de pensar en futuros juicios
sobre mi palabra soy capaz de esquematizarlos.
Todos podemos tener muchísimo genio hasta que nos confunden
para hacernos bailar. No somos nada y algunas sensaciones valen más que tu
pierna, somos como hormiguitas adolescentes.
¿Un esquema?
Mucho dormir, amor bien dado y hamburguesas, muchas
hamburguesas.
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