Siempre ibas a
existir, insinuabas, injustificado y expansivo. Nacías de nosotros mismos y
acababas en el mismo lugar. Nos mentimos, disminuimos y segregamos desorden,
todo por salir de debajo de la cama.
Lo bonito es
tener suerte, saber que te transportaste, que saliste de mí y fuiste a parar a
la persona que más cerca me mirase pudiendo así administrarte. Que el
superávit fuera suyo y no mío. Y que lo comparta, que parta y reparta, solo
para mí, su mejor parte.
Con el tiempo
uno deja de estar en un único cuerpo. Todo el cariño, por y para nuestros alimentos.
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