Dejé de creer en el amor en plena guerra. Hoy releo mis pensamientos y todo cobra sentido; la violencia, la insensatez, las drogas... Todas dentro de mi estómago abrasando mi esófago hasta vomitar fotografías.
Mis lágrimas son ácidas, venenosas gotas de odio en las que puedes mirarte, lleno de realismo en una humedad que me arde. Sigo viviendo cada día en un lugar diferente y uso la misma ropa una y otra vez. Aplasto el mismo equipaje en la maleta una y otra vez.
He escuchado una vieja canción que habla de querer y no la quiero entender. Es más sencillo cuando no comprenden tus sonidos. Cuando nadie habla un idioma contigo para dejar esos códigos y esa riqueza vacía cuando se va.
Prefiero toda una vida aquí sola que un solo día allí hablando tu dialecto.
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