El otro día estuve hablando de ti. No de tu belleza o de las muecas tan feas que haces al mentir, sino de ti. Me escucharon atentamente mientras una dura sonrisa se inundó de lágrimas y parte de las fotografías dejaban de verse borrosas, se abrían paso...
Algunas de las excusas que ponía salían de mi boca hechas carcajada, otras me mimaban y el resto se compadecía del espacio libre de mis pantalones. Toda una vida practicando el desapego y ahora parece que necesitara tocarlo todo, ponerle nombre y precio a mis pertenencias.
Se trata no de un traspiés cualquiera ni una broma de juventud, sino del olvido... Del olvido más caro del mundo.
26 de octubre de 2016
16 de octubre de 2016
Incertidumbre
Día a día desgarro las cortinas, amasijo de testigos que privan al día de la noche y a la noche del día. Duermo mal, aunque esa ligereza me estira los dedos que tocan, escriben y comen. El caos se ha enamorado de mí y yo le pongo la miel en los labios, le tiento y le correspondo cuando me place. Bailo a gritos mientras finjo tener dos dedos de frente.
Mi religión son los juegos de azar donde valen los trucos y la casualidad. Cuando nadie me ve siempre tenso un poquito más la cuerda esperando que se caiga sobre mí un cubo de agua que me obligue a volver a vestirme de otra manera.
Nunca veo el final y me voy chocando con todo. Me hiere, me acaricia y me mancha mientras estructuro la lista de tareas que debo seguir mañana. Infantilizo los obstáculos y juego.
Juego sin parar.
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