Mueve poco a poco la cintura, baila haciendo círculos, vive la brutalidad muy despacio, que hable en nombre de todos tus sentidos y cometa crímenes. Deja que la paciencia por morir se apodere de ti, que en lo visceral te sientas más vivo que nunca, aparta la felicidad para los niños y baila, invoca a la tortura.
Siente la noche como el fin, el día no existe sin ella, avívala. Prende las malditas ramas de las palmeras, destroza tu cara a través del cansancio, revive la sensación del parto y convierte ese rincón de recreo en una sala de ejecución.
Destruye dulce.