16 de septiembre de 2013

Intrusa

No me han invitado.

No sé cómo justificarlo, no tengo la suficiente confianza como para que me enseñen a pasear de forma gratuita y tampoco quiero aprender más nombres. No tengo forma de ir más que la más fácil, que más ingrata es y menos mutua, pero igualmente luchadora.

Lo exclusivo en el buen sentido va religiosamente acompañado del malo, aunque siempre nos quedará lo aislado, que ha superado con creces la virginidad de lo único.

La filtración se produce cuando no hay información, esos episodios son los que alejan el zoom a lugares insólitos para después no ser capaz de escapar de sus dulces garras en el momento de ampliar esa casta periferia.

Mientras haya mutantes, siempre habrá poesía.



24 de julio de 2013

Correa

Anduve mucho tiempo creyendo que era una invitada común, de las de toalla en mano, agua mineral y soso neceser. Sin embargo, en una siesta cualquiera un golpe en la cabeza me ha hecho darme cuenta de mi condición de anfitriona. La peor, visto lo visto, de todas.

No puedo compartir cepillo de dientes y por ello me seguiré torturando hasta que asimile que es un capricho tolerado. Ser donante constante, con o sin sangre, lo que les sacia es lo morado, no la solidaridad.

Me gustaría poder decir que me alegro, pero este dilema de supervivencia del siamés me trae con un brazo en mí y otro, al final, en ninguna parte.

Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y por favor, líbranos del pan.


24 de abril de 2013

Ectópico


A limón sabe lo que no sabe y creo que en mi náusea está el arma de un dolor distinto del mío y que a veces se mezcla.

Los bonitos días de sol brillante y persiana bajada… ¿desde cuándo dependemos de los rayos siendo esclavos de escritorio?

No dudar me asusta, tanto como hacerlo o como morir tontamente. No vacilar consiste en creer un poco en todo y mucho en nada, como un niño pero al revés. Marinero sin nudos es mar más abierto.

 Merecido o no, mi desayuno está soso y mi cabeza contenta. Mientras se caiga el mundo que griten mis jugos gástricos, que son más valiosos en mi clero y porque quiero.


15 de enero de 2013

Ladrillos


Como los aparatos electrónicos, que no se cargan apropiadamente hasta que no se llegan a apagar por completo. Esta explicación será la forma de desmerluzar mis vacaciones.

La marea sigue igual de agitada, aunque por suerte estoy aprendiendo a ver las algas, que tal vez no valgan sólo para ser descartadas en todo menos para llenar las redes sociales de  sushi.

Tengo la suerte de poder permitirme ir entre algodones, al menos por un tiempo. Mayor del que me gustaría y menor del que tal vez llegue a permitir. Lo primero va delante de lo último, que es lo primero.

Las palabras por fuera, el cerebro por dentro.