Tengo muchas sensaciones escondidas en pequeñas partes de mi cuerpo, terrenos propios e imperecederos. Cada día que paso lejos del mundo más retumba el eco de mis convicciones. Me encanta mi voz, por primera vez. También sé lo que no soy.
Estoy radiante de verdad y de sencillez, pletórica de lo cotidiano y de lo mío. Lo que está fuera de control es maravilloso, por primera vez.
Tengo unas ganas de gritar tan grandes y en tantos idiomas... No puedo encontrar las palabras para describir algo que ha cambiado mi estructura cerebral. Puedo intentar dibujarlo, pero no sé si tengo suficientes colores. Puedo intentar tararearlo, pero mi garganta no puede interpretar tantos sonidos a la vez. Puedo intentar serlo, de dentro hacia afuera, como cada día.
Puedo ser feliz, como cada día.