Como los
aparatos electrónicos, que no se cargan apropiadamente hasta que no se llegan a
apagar por completo. Esta explicación será la forma de desmerluzar mis
vacaciones.
La marea sigue igual de agitada, aunque por suerte estoy aprendiendo a ver las
algas, que tal vez no valgan sólo para ser descartadas en todo menos
para llenar las redes sociales de sushi.
Tengo la suerte
de poder permitirme ir entre algodones, al menos por un tiempo. Mayor del que
me gustaría y menor del que tal vez llegue a permitir. Lo primero va delante de
lo último, que es lo primero.
Las palabras por fuera, el cerebro por dentro.