9 de noviembre de 2015

Regreso al futuro

Gracias por tus súplicas, mandíbula, que tan llenas de palabras me matan callando. Las falsas promesas me convencieron para dejar de fumar el aire que respiro poco a poco, como exige una correcta desintoxicación.

A estas alturas de la relación, me pregunto si conectar la boca con mis adormecidas extremidades no es más sensato que haberme dejado hablar, hablar y hablar… Sin embargo, todo este tiempo he podido difundir tu mensaje hasta que has tomado la decisión de hacerme desaprender.

Nunca he querido deberte nada y tal vez te debía todo lo que tus ácidos me mostraron. Jamás nadie podrá ver lo que mis párpados revelaron, ni tan siquiera yo, que junto al terror lo espero y rechazo a partes iguales.

Tu fuego es sangría en mis entrañas, caprichosa afonía.